Masscult:
Daniel Bell, realiza un trabajo sobre el
funcionamiento del capitalismo en la modernidad y la posmodernidad y nos
presenta la industria cultural, desde una división social, en la que intentaremos profundizar.
Desde este
lugar plantea que la cultura occidental adquiere dos estructuras bien
diferenciadas.
Por un lado surge
una cultura de masas producida por un mercado, desde el siglo XVIII, denominada
Masscult, la cual no se trata de una cultura, sino una
mera parodia de la superior, es de carácter mediocre, decadente y sin si quiera
la mínima posibilidad de ser buena, la misma busca masificar y no para destacar a nadie.
En este
sentido el autor presenta que se diferencia incluso del arte malo o bueno, porque
en este caso no podemos hablar de arte, no lo es o mejor dicho es un no arte,
un anti arte, ya que atenta contra el arte mismo, considerado tal en períodos
anteriores.
Esta
cultura, no brinda a sus clientes ni una catarsis emocional, ni una experiencia
estética, porque dicha cosas implicarían un esfuerzo, y el fin de las nuevas
creaciones artísticas no es ni si quiera entretener sino distraer, siendo de
fácil asimilación, sin exigir ni dar nada a su público.
Este arte,
indiferente a cualquier tipo de valoración, no exige nada del espectador porque todo está
dicho, no implica ningún tipo de comunicación, no hay un sentido crítico, anula
de esta forma las posibilidades que ofrece por ejemplo un texto literario y los
intersticios que antes debía completar el lector.
Los libros
parecen manufacturados, sin haber esfuerzo en su creación ya que todo sirve al
único fin establecido, de algún modo esta cultura rompe el diálogo entre al
autor y el lector, destruyendo el espíritu comunicativo del arte.
En este sentido,
y a medida que el nuevo “arte” destruye las obras en vez de modelarlas, se
demuelen las cualidades humanas, ya que nada las une, excepto algún factor
impersonal, y el hombre no hace más que imitar, al igual que el arte,
convirtiéndose en una masa uniforme.
Sin embargo
una sociedad debiera ser un grupo con fines concretos, como en una familia,
donde hay valores sutiles y minuciosos, a diferencia de una masa uniforme, en
esta última paradójicamente el hombre se
encuentra menos ligado al todo y a su vez menos libre, que el hombre que se
desarrolla adecuadamente en una comunidad, desde su individualidad.
Este autor
plantea inteligentemente, que la cultura del espectáculo es una clara
manifestación de la carencia de espíritu democrático actual, el público se ve
forzado a pedir lo que le es ofrecido, está condicionado por la misma
producción y por el deseos de los creadores de la Masscult , negando así la
postura de “el público tiene lo que pide”.
Luego agrega
que la masa, es una víctima, no es el hombre, es el no- hombre, es un hombre
impedido de actuar como tal, la cual es introducida por la revolución
industrial, hasta entonces solo había arte popular y cultura superior.
En el mismo
sentido en que Bourdieu habla del habitus culto, cuya importancia se debe a la
necesidad del hombre de tener conciencia crítica y no ser un mero reproductor.
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